Dos veces pensé en acercarme, me acuerdo, pero no me
animé.
Y ahí me quedé, sin poder
dejar de mirarla, oculto entre la gente que se apiñaba hasta que en un momento
sentí su mirada penetrante, seria, luego aguda y profunda pero yo embobado la
sentí dulce y alegre. Nos miramos unos
segundos ¿O fueron horas?
Fue la misma mirada dulce
y alegre que sentí que me regalaba cuando la veía entrar con su hermoso vestido
blanco, acercándose hacia mi sonriente esa noche de primavera.
La profunda que me ponía
cada vez que charlábamos y yo le contaba de mis problemas, y ella de los suyos.
La misma mirada aguda que
ponía cuando intentaba descifrar algo.
La penetrante de los días
en que las cosas no nos salían tan bien juntos.
La mirada seria que me
puso el día que se hartó de mí y se fue para siempre de mi vida.
Abrí de pronto los
ojos. Seguía en el mismo vagón, rodeado
de gente que me apretaba y empujaba. La
busqué, pero había desaparecido.
Realmente se había ido para
siempre de mi vida.
Este es el mismo Mastronardi que se sentó hace unos meses enfrente mío en un café y dijo, yo escribo un poquito, a veces y me largó una carpeta llena de párrafos preciosos, increíbles.
ResponderBorrarchapeau, mon ami!
por más párrafos preciosos, increíbles.
Y arriba los poetas vivos!
flavia
Puede decirse que dos veces supiste de ella también. Linda historia, dedicada al amor, mi tema favorito en la literatura y la filosofía.
ResponderBorrar"Every love story is a ghost story"...
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